En la actualidad la mayoría de nosotros vive en un estado continuo de estrés. Este estado nos obliga a estar en alerta constante y nos sometemos física y mentalmente a él. Pero ¿qué es realmente el estrés? Es un estado de cansancio mental, provocado por todas nuestras exigencias, que nos hacen intentar de hacer mucho más de lo que humanamente es posible.
Ponte a pensar; para empezar estamos llenos de preocupaciones, miedos, dudas, enojo y otros sentimientos negativos. El diario ir y venir, un estilo de vida agitado, nuestro trabajo, la presión del día con día, la competencia y la presión para ser mejores, para lograr lo que queremos, el deseo de obtener bienes materiales que no necesitamos pero que nos harán pertenecer a un nivel social determinado. Todo lo anterior nos genera estrés.
El estrés nos hace decir y hablar de forma abrupta, alimentarnos de forma deficiente y poco sana, nos causa dificultad al dormir, incluso quitándonos el sueño. También altera nuestra respiración. Todo esto eventualmente afecta una de las cosas más preciadas de la vida; nuestra salud. ¿Cuándo fue la última vez que tomaste un respiro ¿Cuándo te diste permiso de disfrutar, escuchar tu cuerpo, jugar, o simplemente gozar y disfrutar lo que haces sin ninguna preocupación?
Este estado constante de estrés en el que vivimos, en muchas ocasiones, también lo pasamos a nuestros niños. Al someter a nuestros hijos a un sinfín de actividades, clases, requerimientos escolares y actividades sociales los invitamos a vivir una vida de estrés. Esto muchas veces causa que tengan que correr de un lado a otro, comer en el coche, tener poco tiempo para jugar y poco a poco ser parte de este fenómeno, teniendo más de 15 horas de actividad continua.
Tanto en niños como en adultos, el estrés se traduce en enfermedad. El cuerpo comienza a enviar señales cuando nos sentimos enojados, cansados y antipáticos. Si no hacemos caso a estas señales comenzamos a enfermar y no tenemos otro remedio que descansar para recuperarnos y tomar los medicamentos necesarios. Muchas veces atribuimos nuestra enfermedad al clima o a otros factores y no nos damos cuenta que se debe al estrés.
En ocasiones hasta le “exigimos” a nuestro cuerpo que se recupere porque tenemos cosas que hacer. No podemos darnos el “lujo” de que nuestro cuerpo esté enfermo. Si actuamos así cada vez las enfermedades son peores y más complicadas.
El estrés se traduce en enfermedad
Recuerda siempre tener un respiro; es momento de parar el ciclo y comenzar a amarnos a nosotros mismos, respetar lo que necesita nuestro cuerpo, ya sea en cuestión de descanso, comida, ejercicio, gozo, esparcimiento, etc. Si logramos esto podremos tener una vida más feliz, organizada y saludable.
Es nuestra misión escucharnos y educar a nuestros hijos con esa escucha, esa conexión consigo mismos, la cual es esta clave para ser exitosos, saludables y felices.
